Si te observo no lo harás conmigo.
Para qué me miras? porque razón ojos? por qué razón pupilas? si balbuceo entre constelaciones mirando sin mirar...

domingo, 20 de mayo de 2012

Frag. La Boca del Infierno



--¡Oh! ¡No, no calumnio al amor! El amor es la posesión. ¡Ser dueño de una criatura humana, conquistar un alma, multiplicar tu corazón por otro, que no es menos tuyo porque lata en pecho distinto, extender tu existencia a través de otras dependientes y sumisas, sin duda constituye algo grandioso y bello! Tengo esa ambición gigantesca del amor. Pero la cuestión estriba en añadir a nuestra personalidad  el mayor número de personalidades posibles; en enriquecerse con todos los amores que se encuentren;  en absorber en sí todo cuanto de poder y de vida hallemos a nuestro alcance. ¡Infelices aquellos que se contentan con una mujer, y a quienes basta duplicarse, cuando podrían centuplicarse! ¿Qué esto hace llorar a las mujeres? ¡Peor para ellas! El mar sólo existe porque bebe todas las gotas de todos lo ríos. Yo, quisiera beber todas las lágrimas de todas las mujeres, con el fin de sentir la embriaguez y el orgullo de l Océano.
--Te engañas, amigo; la grandeza no consiste en tener, sino en ser. La riqueza no está en recibir, sino en dar. Yo me entregaré por entero, y para siempre, a aquella a quien ame. No despilfarraré mi corazón en vil moneda de cincuenta caprichos triviales y pasajeros; lo concentraré en un solo amor, profundo e inmortal. Y no por eso he de creerme más mezquino y más avaro, al contrario. Siguiendo ese camino, Samuel, la alegría humana alcanza la suprema felicidad. El fin de don Juan, con sus mil y tres mujeres, representa el Infierno; el fin de Dante, con su Beatriz, el Cielo.