Si te observo no lo harás conmigo.
Para qué me miras? porque razón ojos? por qué razón pupilas? si balbuceo entre constelaciones mirando sin mirar...

viernes, 27 de enero de 2012

El Viejo y el Mar


Ahora era de noche, pues en septiembre se hace de noche rápidamente después de la puesta del sol. Se echó contra la madera gastada de la proa y reposó todo lo posible. Habían salido las primeras estrellas. No conocía el nombre de Venus, pero la vio y sabía que pronto estarían todas a la vista y que tendría consigo todas sus amigas lejanas. 
–El pez también es mi amigo –dijo en voz alta–. Jamás he visto un pez así, ni he oído hablar de él. Pero tengo que matarlo. Me alegro que no tengamos que tratar de matar las estrellas.
“Imagínate que cada día tuviera uno que tratar de matar la luna –pensó–. La
luna se escapa. Pero ¡imagínate que tuviera uno que tratar diariamente de matar
el sol! Nacimos con suerte”, pensó.





Luego sintió pena por el gran pez que no tenía nada que comer y su decisión de
matarlo no se aflojó por eso un instante. “Podría alimentar a mucha gente –pensó–
. Pero ¿serán dignos de comerlo? No, desde luego que no. No hay persona digna 
de comérselo, a juzgar por su comportamiento y su gran dignidad.”
“No comprendo estas cosas –pensó–. Pero es bueno que no tengamos que
tratar de matar el sol o la luna o las estrellas. Basta con vivir del mar y matar a
nuestros verdaderos hermanos.”

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