Si te observo no lo harás conmigo.
Para qué me miras? porque razón ojos? por qué razón pupilas? si balbuceo entre constelaciones mirando sin mirar...

martes, 7 de febrero de 2012

Charles Dickens

Nicholas Nickleby (fragmento)

El señor Nickleby cerró un libro de contabilidad que estaba sobre su escritorio y, echándose para atrás en la silla, miró con aire de abstracción a través de la ventana sucia. Algunas casas de Londres tienen atrás un melancólico lotecito de tierra, por lo general bardado con cuatro altas paredes encaladas, y observado con desagrado por montones de chimeneas, en los que languidece, año tras año, un árbol tullido, que hace un espectáculo de presentar unas cuantas hojas a fines del otoño, cuando los otros árboles dejan caer las suyas y, encorvándose por el esfuerzo, resiste, crujiente y reseco por el humo, hasta la siguiente estación... La gente a veces llama "jardines" a estos oscuros patios; no se supone que nunca se plantaran, sino más bien que son parcelas de tierra no reclamada, con la vegetación marchita del campo de ladrillos original. Nadie piensa en pasearse por ese sitio desolado, ni en convertirlo en nada. Unos cuantos canastos, media docena de botellas rotas, y otra basura por el estilo, pueden tirarse allí, cuando el inquilino acaba de mudarse, pero nada más; y allí permanecen hasta que éste se va: el mimbre húmedo tarda en pudrirse el tiempo que considere necesario: y se mezcla con la caja de desechos, las siempremuertas truncas y las macetas rotas, tristemente esparcidas por ahí: presas para intrusos de cara "negra" y polvo. "


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