Si te observo no lo harás conmigo.
Para qué me miras? porque razón ojos? por qué razón pupilas? si balbuceo entre constelaciones mirando sin mirar...

jueves, 21 de octubre de 2010

LA LETRA ESCARLATA

El soplo de la magia de la vida manaba de su espíritu siempre creativo, y se comunicaba con mil objetos como una antorcha enciende una llama donde sea que la apliquen. Las cosas más insospechadas, un palo, un montón de trapos, una flro, eran los títters de la magia de Pearl, y, sin sufrir ningún cambio exterior, se adaptaba espiritualmente a cualquier acción dramatica que ocupara el escenario de su mundo interno. Suvoz infanti le sevía para hablar con innumerables personajes imaginarios, viejos y jóvenes. Los pinos, viejos, negros y solemnes, ezhalando quejas y otros melancólicos sonidos profucidos por la brisa, no necestiaban muchas transformaciones para convertirs en dignatarios puritanos; las hierbas más feas de su jardín eran sus hijos, a quienes Pearl aplastaba y arrancaba sin compasrión. Era maravillosa la gran variedad de formas que creaba su intelecto, sin ninguna continuidadm pero saltando y bailando siempre en un estado de actividad sobrenatural---cayendo a menudo como agotada por tanto afiebrado y tumutuoso fluir de vida---, y seguido por otras formas similares de extraordinaria y salvaje energía. A nada se parecia tanto como a los fantasmagóricos fuergos de la aurora boreal. En el ejercicio de la fantadía, sin embargo, y en el retazo de una mente en desarrolo, poco había que no pudiera observarse en otros niños inteligentes, exvepto que, debido a la ausencia de compañeros de juegos, estaba más obligada a arrgárselas con las multitudes imaginarias que ella misma craba. Lo singular era la hostilidad con que la niña trataba a estos engendros de su propia corazón y su propia inteligencia. Nunca creaba un amigo; más bien parecía estar siempre abriendo los dientes del dragón, de donde emergían tropeles de enemigos armados contra los que se apresuraba a barallar. Era terriblemente triste...¡y, cuán profundo sería el dolo de su madre, que sentía en su propio corazón el motivo!--- observar, en alguien tan jovev, este constante reconocimiento de la adversidad del mundo y el intenso entrenamiento de las energías que necesitaría para defender su causa en las adversidades con las que sin duda tendría que enfrentarse.

Nadie podía verlo. Salvo aquel que nunca duerme y que lo había visto en su habitación manejando el sangriento látigo. ¿Por qué, entonces, acudiío a este sitio? ¿Era sólo, acaso, un simulacro de penitencia? No era un simulacro, sino un juego peligroso en el que su alma jugaba consigo misma, un simulacro ante el cual los ángeles enrojecían y sollozaba mientras los demonios se regocijaban festejándolo con risas burlonas. Lo impulsó al sacrificio aquel remordimiento que lo perseguía, que invariablemente los sujetaba y retenía en su trémulo puño cuando el otro impulso lo llevaba hasta el borde mismo dela autorrecelación. ¡Pobre desgraciado! ¿Cómo era posible que una naturaleza tan endeble como la suya cargara con el peso de un crimien? El crimen es para los que tienen los nervios de acero para los que tienen capacidad de soportarlo; o. en caso de verse urgidos, ejercer su fiera y salvaje fuerza para descartarlo de una vez y deshacerse de él. Este endeble espíritu sensitivo no era capaz de hacer ninguna de las ds cosas; sin embargo, continuamente hacia una o la otra, de las cuales, entretejidas, anudaban en un mismo nudo inectricable la angustia de la culpa que desafiaba al cielo y el vano arrepentimiento.
Así pues, mientras estaba de pie sobre el cadalso, en este vano simulacro de expiación, master Dimmesdale sintió.../.../ en su mente un gran horror, como si el universo entero estuviese mirando una marca escarlata en su pecho desnudo, sobre su coracón,. En este sirio, desde hacía mucho tiempo, sentía el ponzoñoso diente del dolor físico que no dejaba de roerlo. Sin ningún esfuerzo de voluntad y sin ningún poder para refrenarse, dio un grito; un grito que atravesó la noche y percurió de una casa a otra, reverberando desde los cerros lejanos, como si una coharte de demonios, el percibir en este grito tanto dolor y tanto pavor, hubieran convertido el sonido en un juguete y lo lanzaran de un lado a otro...


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